Las micotoxinas son metabolitos, es decir, sustancias que interactúan con el metabolismo del organismo animal producidas por ciertas especies de hongos (Aspergillus, Penicillium y Fusarium) que colonizan cultivos y granos utilizados como materia prima para el alimento de animales. El término micotoxina fue acuñado en 1960, tras la muerte de más de 100,000 pavos por ingerir harina de cacahuate contaminada con aflatoxina [2]. Estas moléculas presentan un enorme riesgo para la salud animal y humana, ya que son elementos tóxicos, algunos de ellos cancerígenos, que pueden entrar fácilmente en la cadena alimenticia de los consumidores a través de productos de origen animal contaminados.
Dado que la mayoría de los hongos productores de micotoxinas crecen en los cereales, estos pueden estar hasta en un 40% contaminados por una o varias micotoxinas y se convierten en un problema de atención prioritaria debido a su alto consumo por animales y humanos. Asimismo, la Food and Agriculture Organisation (FAO) estima que aproximadamente un 25% de los alimentos en el mundo está contaminada en un cierto grado con micotoxinas [2]. Ejemplos de estos compuestos con mayor repercusión en la salud animal son aflatoxina, ocratoxina A, zearalenona, deoxinivalenol, la vomitoxina, fumosinas, T-2 toxina diacetoxyscirpenol y los alcaloides ergóticos. Entre los efectos biológicos han demostrado ser cancerígenas, hepatóxicas, mutagénicas, inmunotóxicas, nefrotóxicas, estrogénicas, dermatotóxicas y neurotóxicas.
Tabla 1. Micotoxinas y sus efectos en animales domésticos
Así, las enfermedades producidas por las micotoxinas se denominan micotoxicosis, con sintomatologías que cursan desde inapetencia, pérdida de peso, daño renal, reducción en la producción y calidad de leche o huevo y aumentar la mortalidad e incidencia de padecimientos tales como anorexia, afección gastrointestinal, hemorragias, necrosis, hígado graso y edema pulmonar [5,6].
Estrategias de prevención y detoxificación
En la actualidad, los esfuerzos han sido dirigidos a crear productos para eliminar o reducir el impacto de estas micotoxinas en la salud animal, pues casi inevitablemente, los alimentos terminan contaminados por estos elementos tóxicos. Debido a esto, la bentonita sódica activada, los polifenoles (extractos de plantas), la levadura viva, la betaína, los Beta-glucanos y otros sustratos adsorbentes de micotoxinas en el tracto digestivo han sido utilizados como métodos de protección animal frente al consumo de ingredientes contaminados. Estos componentes se ligan a distintos tipos de micotoxinas, contrarrestando su efecto tóxico en el organismo del animal y en los productos derivados de éste, como los lácteos y el huevo.
Los experimentos realizados con estas sustancias añadidas a la dieta de los pollos, cerdos y rumiantes, han sido exitosos en demostrar que estos aditivos tienen efectos inhibitorios en la acumulación de micotoxinas, disminuyendo los efectos negativos en la producción o crecimiento y reduciendo su presencia a niveles satisfactorios en los productos de origen animal para consumo humano [3]. Además, protegen los órganos del ganado y alivian los síntomas como el descenso de crecimiento provocado por las micotoxinas y otras alteraciones que ocasionan en la producción [4].
La presencia de micotoxinas, además de representar un gran riesgo para la salud humana, provoca enormes pérdidas económicas al sector ganadero de hasta $932 millones de dólares cada año, solamente en Estados Unidos [1]. A pesar de que las estrategias de control y tratamiento para reducir la contaminación en ingredientes para la dieta animal son limitadas, la industria de alimento ganadero está constantemente desarrollando nuevos productos para bloquear e inactivar la acción de estas micotoxinas en el tracto digestivo de los animales de ganado, protegiendo así el rendimiento y la eficiencia de producción
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Bibliografía
[1] Bhatnagar et al. Mycotoxins: Current issues in U.S.A. Meeting the Mycotoxin Menace Book. 2003.
[2] Denli, M., & Pérez, J.F. Contaminación por micotoxinas en los piensos: efectos, tratamiento y prevención. Departamento de Ciencia Animal i dels Aliments. Facultat de Veterinaria, UAB. 2006.
[3] Harvey R.B., Phillips, T.D., Ellis, J.A., Kubena, L.F., Huff, W.E., & Petersen, H.D. Am. J. Veterinary Res. 52: 1556-1559. 1993.
[4] Lindemann, M.D., Blodgett, D.J., Kornegay, E.T., Schurig, G.G. J. Anim. Sci. 71: 171-178. 1993.
[5] Marquardt, R.R. & Frohlich, A.A. J. Anim. Sci. 70: 3968-3988. 1992.
[6] Miller, D.M. & Wilson, D.M. The Toxicology of aflatoxins: human health, veterinary and agricultural significance. 1994.