Problemas de las biotoxinas en la producción de cerdos

Las biotoxinas tienen una diversidad de estructuras que resultan en diferentes efectos biológicos y dependiendo de su naturaleza, pueden ser cancerígenas, mutagénicas, estrogénicas, teratogénicas, neurotóxicas o inmunotóxicas [6]. Estas sustancias venenosas, dividas en grupos de endotoxinas, exotoxinas y micotoxinas, son producidas como mecanismo de defensa y de manera natural por ciertos microorganismos, ya sean hongos o bacterias que de una manera u otra terminan contaminando el alimento de cerdos y lechones. Por fortuna, existen aditivos para la dieta que interactúan en el tracto digestivo con estas moléculas tóxicas ingeridas, produciendo un efecto bloqueante y neutralizante. La producción porcícola y productos derivados se pueden ver severamente afectada si no se toman las medidas de control necesarias, poniendo en riesgo tanto la salud pública como la salud animal.

Hay especies de bacterias Gram negativas que son capaces de producir endotoxinas (lipopolisacáridos en la membrana celular) o exotoxinas (secreciones de la célula). Estas últimas, también pueden ser producidas por algunas bacterias Gram positivas en el citoplasma para después ser expulsadas al exterior de la célula, las cuales tienen una gran toxicidad en muy pocas cantidades. Por otra parte, existen las biotoxinas de origen fúngico, llamadas micotoxinas, sustancias que han sido ampliamente estudiadas por el impacto negativo que han tenido en la industria ganadera y en la salud animal.

Enfermedades porcinas causadas por distintos grupos de biotoxinas

En primer lugar, las endotoxinas tienen relación con el exceso de producción de mediadores en el organismo, como la tormenta de citoquinas, una reacción inmune grave por la que el cuerpo libera muy rápido estas moléculas que en superabundancia atacan los pulmones de los cerdos, provocan coagulación en sangre y fallo de distintos órganos [7]. Las células que atacan las endotoxinas son los neutrófilos, macrófagos y plaquetas, derivando en neumonía necrotizante y trastornos hemorrágicos, como en el caso de la toxina Apxl producida por la bacteria A. pleuropneumoniae [2]. Así, el exceso o la activación sistemática de estos mediadores puede resultar en enfermedades graves y posiblemente en la muerte como consecuencia.

Por otro lado, las exotoxinas producidas por los géneros Streptococcus Clostridium son las de mayor interés en la salud porcina y humana. Algunas sustancias toxinas estreptocócicas podrían tener un rol en enfermedades humanas como la enfermedad de Kawasaki, que produce inflamación en los vasos sanguíneos en niños pequeños y bebés mayormente, en algunos casos produciendo aneurismas cerebrales [3].

Las bacterias Clostridium son anaerobias estrictas, es decir, producen esporas que son altamente resistentes a desinfectantes y presentan una amenaza permanente en las granjas que las poseen. En este género, las exotoxinas son ejercidas como mecanismo de acción patógena, permitiendo a la bacteria infectar el organismo de los cerdos y causar diferentes cuadros clínicos como hemorragia necrótica, diarreas, distensión abdominal, adelgazamiento del intestino, entre otros [1].

Finalmente, las micotoxinas son sustancias tóxicas producidas por géneros de hongos como Aspergillus, Fusarium y Penicillium. Entre las 350 micotoxinas que se han descubierto en la naturaleza, los contaminantes más comunes en el alimento para cerdo son las aflatoxinas, las ocratoxinas, las fumonisinas, los tricotecenos y las critininas.

Al ser expuestos a su consumo, se desencadenan un sinfín de problemas en el organismo como la disminución de respuesta del sistema inmune, pérdida de peso, deficiencias en la conversión de alimento, reducción en la capacidad reproductiva, necrosis en los tejidos e incluso la muerte [2]. Estas sustancias amenazan también con la salud pública, ya que los metabolitos secundarios de estas micotoxinas pueden contaminar la leche y los productos cárnicos de la industria porcícola, generando pérdidas económicas de millones de dólares.

Aditivos neutralizantes y sus beneficios en la salud porcina

Existen moléculas secuestrantes de biotoxinas que forman compuestos inertes, estables e irreversibles que son finalmente eliminados a través de las heces. Por ejemplo, la pared celular de la levadura contiene compuestos que tienen efectos muy satisfactorios sobre las aflatoxinas con hasta un 95% de adsorción, además de ser termoestable, lo cual significa que no perderá actividad durante procesos con altas temperaturas [5].

También, los aportes de suplementación con betaína sobre los parámetros productivos han sido exitosos, pues aumenta la ganancia diaria de peso, la conversión alimenticia y favorece la formación de masa muscular [4]. Por último, algunos compuestos biomoleculares presentes en ciertos extractos de plantas, como los polifenoles, han sido añadidos en la dieta por su rol en el metabolismo y la absorción de la vitamina C, así como su potente actividad antioxidante, antiinflamatoria y anticancerígena.

La contaminación de biotoxinas en el alimento del ganado porcino es un proceso natural e inevitable, pero que tiene serios efectos perjudiciales tanto a nivel económico como de la salud animal y humana. La toma de conciencia y prevención a escala productiva es necesaria para evitar pérdidas económicas en la industria porcina causadas por las toxinas bacterianas y fúngicas; por esta razón, es esencial la utilización de aditivos como arcillas, extractos de plantas, paredes celulares, levadura y otros compuestos benéficos que contrarresten la absorción de elementos tóxicos en el organismo de los animales con el fin de evitar que se alteren negativamente los rendimientos zootécnicos.

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Bibliografía

[1] Ambrogi, A. et-al. Enfermedades y patologías de los porcinos. 1a ed . – Río Cuarto : UniRío Editora, 2020.

[2] Abril, A., Villa, T.G., Barros-Velázquez, J., Cañas, B., Sánchez-Pérez

[3] Ohtsu E. et al. (1986) Possible Role of Streptococcal Exotoxins in the Etiology of Kawasaki Disease. In: Doyle E.F., Engle M.A., Gersony W.M., Rashkind W.J., Talner N.S. (eds) Pediatric Cardiology. Springer, New York, NY.

[4] Reiner, G., Kuehling, J., Loewenstein, F., Lechner M. & Becker, S. Swine Inflammation and Necrosis Syndrome (SINS). Department of Veterinary Clinical Sciences, Clinic for Swine, Justus Liebig University Giessen, Frankfurter. Animals. 2021. 11, 1670.

[5] Romel Páez Bustillos, Jorge Grijalva Olmedo y Jimmy Quisirumbay-Gaibor. Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Central del Ecuador. Publicado en La Granja: Revista de Ciencias de la Vida. 2020.

[6] Sala-Echave, R., Reguera-Díaz, G., García-Casado, P. & Pérez-Llano, B. Micotoxinas y su impacto en la producción porcina. (2INIA. Dpto. de Reproducción Animal), España.

[7] Yiannikouris, A., & Jouany, J.P. Mycotoxins in feeds and their fate in animals: a review. INRA, URH, Centre de Clermont-Theix, 63122 St-Genès-Champanelle. DOI: 10.1051/animres:2002012. 2002.


[8] Wu, C.M., Chen, Z.W. Chien, M.S., Chang, N.Y., Chen, T.H., Huang, C. Lee, W.C. & Hsuan, S.L. Mechanisms underlying Actinobacillus pleuropneumoniae exotoxin ApxI induced expression of IL-1b, IL-8 and TNF-a in porcine alveolar macrophages. Veterinary Research 2011, 42:25

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